Muchos de nosotros somos unos grandes amantes de los animales, especialmente de los perros, y estos suelen ser nuestras mascotas preferidas. Son animales muy fieles que nos dan siempre todo su amor y cariño sin condiciones, algo que reconforta a cualquier corazón, sobre todo aquellos que necesitan más compañía. Y, por qué no decirlo, ellos también son unos grandes mimados por nosotros. Yo puedo hablar por mí y decir que le tengo en tal alta estima que le doy de todo lo mejor, tanto a él como a mis pájaros, que también me aportan mucho en mis días de soledad. Normalmente suelo comprar casi todos los productos que necesitan en una página web que hay con todo tipo de productos para animales que se llama Mascotas Alfalfa.
Pero así como la alimentación de los pájaros es algo más, como se dice vulgarmente, de sota, caballo y rey, en el caso del perro, Toby, tengo más dudas. No sé si os ha pasado en alguna ocasión, pero cuando le damos siempre el mismo pienso a un animal creemos que llegado un momento se ha aburrido de él porque come bastante menos o porque no le hace esa ilusión que notamos en él cuando abrimos el paquete por primera vez y desprende un fuerte olor a comida.
Debido a esto que tanto me preocupaba, acudí un día a la consulta del veterinario para preguntarle acerca de estas inquietudes sobre la alimentación, ya que no sabía si lo estaba haciendo bien o no. Lo primero que me confesó, y con lo que he dado título a este artículo de hoy, es que los animales no siempre han de comer pienso. Es más, deben comer carne cruda y ser esta la base principal de su alimentación.

La explicación para esto es muy sencilla. El hábitat del perro no es nuestra casa. Un piso no es lugar para el que fue concebido, no es su naturaleza ni función en la vida en convertirse en una mascota. Por lo tanto, como animal que es, lo normal hubiese sido que estuviese en el campo comiendo carne cruda. Es por esto que tienen esos dientes tan fuertes y son capaces de desmenuzar huesos.
Pero ojo, la carne que debemos darle ha de ser magra y estar cruda. Para esto, lo mejor es que acudamos frecuentemente a la carnicería y preguntemos por los despojos que allí tienen. Suelen guardarlos para los clientes con animales y, en caso de hacer una buena compra, ni siquiera siempre los cobran. Cuando lleguemos a casa con la bolsa de la comida, es conveniente también que le echemos un vistazo. El carnicero no tiene por qué saber acerca de lo que es bueno para un animal o no, así que seguramente vaya apartando todos los despojos sin criterio alguno. En nuestras manos estará el separar aquellos que el perro pueda comer y también fijarnos en el tipo de huesos que daremos al can. Es importante que sean huesos grandes y fuertes, como decíamos, tienen dentaduras específicas para hacer frente a ellos. Eso sí, debemos evitar aquellos huesos pequeños o tan débiles como para que se puedan astillar durante la comida y hacerles daño en el cuerpo mientras los digieren.
Por otro lado, es importante no darles los restos de nuestra comida. Y es que los animales no tienen el mismo aparato digestivo que nosotros, y aquello que a nos viene bien o nos gusta no siempre les sienta correctamente a ellos. Es por esto que muchos perros viven muchos más años sin dueño, porque a veces, con toda la buena intención del mundo por nuestra parte, les estamos haciendo daño.
Y por supuesto, por último, no nos olvidemos nunca de dejarles siempre un cubito o un plato de agua abundante cerca y renovemos esta con cierta frecuencia para que la encuentren siempre fresca a su disposición.