Un estudio publicado por la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, destaca que nuestros antepasados de hace unos 2 o 3 millones de años empezaron a introducir la carne en su dieta y a gastar mucho menos tiempo y esfuerzo en masticar la comida, puesto que comenzaron a utilizar herramientas para poder trocearla y así masticar y tragar trozos de carne mucho más pequeños y más fácilmente digeribles. La masticación es una de las características principales de los mamíferos, ya que otros animales, como por ejemplo los reptiles, tragan enteros sus alimentos, por lo que esta masticación fue clave en la evolución humana, pues hizo posible que pasáramos de tener unas mandíbulas, dientes y músculos grandes y fuertes a unas mandíbulas y dientes más pequeños, así como a unos músculos de menor tamaño.
La masticación es una función innata que desarrollamos a lo largo de toda la vida, desde el nacimiento hasta la madurez, por lo que debemos enseñar e inculcar a nuestros niños a que poco a poco y progresivamente deben pasar por el proceso de aprendizaje de la masticación de alimentos sólidos, ya que una masticación correcta, lenta y pausada nos aporta innumerables beneficios como pueden ser:
- Desarrollo de las estructuras presentes en la boca, como lengua, labios o dientes, que a su vez están implicadas en el desarrollo del habla.
- Un buen funcionamiento del aparato digestivo. El viejo dicho de que una buena digestión comienza en la boca o la célebre frase de Gandhi “Bebed vuestro alimento y masticad vuestra comida” nos dan idea de la importancia que tiene una buena masticación, ya que es la primera fase de la digestión. En la boca a la trituración y descomposición de los alimentos contribuyen las enzimas digestivas presentes en la boca a través de la saliva, que prepara así el proceso de absorción y metabolización de nutrientes de una forma más efectiva con la absorción de vitaminas y minerales.
- Mayor sensación de sabor y placer en las comidas. Al masticar de forma adecuada el cerebro aprecia mejor lo que comemos registrando plenamente el sabor de la comida y proporcionando una mayor satisfacción.
- Disminuye la cantidad de alimento que ingerimos y produce una sensación de saciedad. La velocidad con la que comemos si masticamos de una forma adecuada y consciente es más lenta dando lugar a que tengamos la sensación de sentirnos llenos rápidamente y que apreciemos con mayor claridad las señales naturales que nos manda el cerebro de saciedad, lo que contribuye a disminuir el riesgo de comer en exceso.
Alimentos como la carne requieren un mayor grado de masticación y durante más tiempo para poder reducirlos a tamaños más pequeños, siendo los dientes molares y premolares los que ejercen el mayor peso a la hora de masticar y los que tienen un factor esencial en una mordida equilibrada, siendo por ello esencial su cuidado. Así, si vosotros no queréis sufrir, ni que vuestros dientes se debiliten, nosotros os recomendamos que visitéis con cierta frecuencia la Clínica dental Carrilet 100, donde encontraréis un amplio equipo profesional formado y experimentado para ofrecer a sus clientes la mejor información y atención sobre el cuidado de la salud oral, en unas instalaciones nuevas y con aparatos adaptados a la última tecnología disponibles con el fin de ofrecer el mejor de los servicios en un ambiente lo más agradable posible.
El papel de la carne en la alimentación humana
La carne desempeña un papel importante en la alimentación humana, su gran valor nutricional hace que su consumo realizado con moderación y variedad sea beneficioso para la salud, ya que es un alimento especialmente rico en proteínas de alto valor biológico que fortalecen el sistema de defensa, reparan, forman y mantienen en buen estado la masa muscular. Así, la carne nos ayuda a contener todos los aminoácidos esenciales en suficiente cantidad y proporción para cubrir las necesidades corporales, según la fundación española de nutrición. Esta misma fundación también señala que la riqueza en proteínas de la carne de ternera contiene aminoácidos esenciales en cantidades equivalentes a las necesidades del hombre, pero además es un alimento rico en minerales como el hierro y el zinc, ambos necesarios para el correcto funcionamiento del sistema inmune, interviniendo además el hierro en el transporte respiratorio de oxígeno y dióxido de carbono o en la fabricación de la hemoglobina, mientras que el zinc participa en la división y crecimiento de las células así como en el desarrollo y funcionamiento de los órganos, cicatrización de las heridas, etc. Por último, también nos aporta un alto contenido en vitaminas hidrosolubles como el niacina, ácido fólico o la B12, que ayuda a la formación de glóbulos rojos y al mantenimiento del sistema nervioso central y dependiendo de la pieza o parte del animal que se consuma también nos aporta grasa.