Es de sabiduría popular que la carne de un animal criado en el campo, en granja tradicional, es mucho más sana, sabrosa y jugosa que aquella de un animal criado en granjas industriales, el problema es que ganaderos como los de antaño quedan más bien pocos y los pocos que quedan desaparecen fácilmente del panorama español e internacional debido a las pocas ayudas que consiguen para seguir con su actividad y los pocos beneficios que obtienen al tener que competir con grandes industrias que crían vacas, gallinas, cerdos, pavos y cualquier otro animal “al por mayor”.
Algunos afortunados que son propietarios de algún terreno tienen el privilegio de tener sus propias gallinas, por ejemplo, pero hay que reconocer que son pocos los que tienen esa suerte. La mayoría de aquellos que disfrutan de unas pequeñas tierras optan por tener un gallinero del que conseguir huevos frescos a diario y, de vez en cuando, hacer un buen guiso de pollo o gallina recién sacrificada pero, muy pocos son los que se animan a tener otro tipo de animales como vacas o cerdos ya que el trabajo para cuidarlos y mantenerlos es mucho mayor, por no hablar del gasto económico. Sin embargo, si eres uno de esos aventureros que quiere probar la experiencia, debéis saber que tampoco resulta tan complicado empezar con un ternero lechal e ir poco a poco.
Mi experiencia
Hace un par de años yo misma llevé a cabo mi propia experiencia y a día de hoy os puedo contar todo con resultados. Para empezar os diré que el camino no fue fácil pero mereció la pena, sólo tienes que tener muy claro hasta dónde quieres llegar y qué es exactamente lo que quieres conseguir. Yo lo tenía claro: quería probar a criar una ternera que, en la madurez, me diera buena leche natural y antes de que su carne se hiciera dura me proveyera de una buena hornada de filetes de primera calidad.
Tened en cuenta que el tema de encariñarse con el animal no es viable, sobre todo si quieres sacrificarlo más adelante, así que eso debéis tenerlo presente en todo momento.
Yo me puse en contacto con un ganadero y llegué a un acuerdo para comprarle el ternero. El traslado a los terrenos de mis padres no fue complicado, compré uno de estos remolques para coches y pedí los permisos oportunos. La verdad es que pensaba que me resultaría más costoso y complicado pero todo fue más sencillo de lo que creía.
La cría de un ternero te obliga a ir diariamente al campo a lavarlo, alimentarlo e incluso a hacerle compañía pero, a pesar de la falta de tiempo, al final se me hizo una rutina agradable y, cada día, antes y después de salir del trabajo, me pasaba por el campo a comprobar el estado del animal y si necesitaba algo.
Tal vez lo más difícil llegó con el primero invierno que fue cuando tuve que hacerme con algunas cosas para el cuidado del animal con las que no había contado, pero nada que no se pudiera subsanar en un corto espacio de tiempo. Al final, dos años después, acabó en el matadero y a día de hoy, tras regalar parte de su carne, tengo dos arcones llenos de entrecots de vaca, chuletas y chuletones, carrillada, filetes, etc… y la carne tiene un sabor incomparable. Es exquisita.
Criar ganado no es moco de pavo pero hoy en día en Internet se pueden encontrar pautas de todo y esto no es una excepción así que si tienes ganas, aunque no tengas demasiada idea al respecto, puedes vivir esta experiencia al 100% sin problema. Ahora bien, el tiempo que decidáis tener el animal hasta el día de su sacrificio debéis tener claro que debe estar cuidado y debe tener una vida feliz y digna, nada de juegos ni tonterías porque aunque hablemos de criar a un animal para que nos sirva de alimento, el tiempo que esté con nosotros debe tener una mínima calidad de vida o, de lo contrario, no te metas a ganadero.